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El arquetipo del niño: la construcción del universo interior

Foto del escritor: Monica BrancoMonica Branco

Este seminario abordó un misterio, el misterio de esa semilla potencial que reside dentro de cada ser humano, el Ser.

Todo lo que contiene, que nació cargado con el poder de todo un universo a la espera de tensiones y frustraciones para permitirle estallar, un Big Bang.





De esta primera gran explosión surge la experiencia de la relación.

La relación entre el gran planeta Tierra, la Gran Madre, que contiene en sí la capacidad de proveer, pero que también contiene la capacidad de devorar, tragar, no sostener, en este arcaico, deseante, unificador, devorador, frustrante y nutritivo, gentil relación, instintivo, aterrador.

La serpiente que se traga a sí misma, el uroboros.


A través de la relación, la semilla del Yo del bebé coexiste con esta estructura gigante del Yo y el ego femenino, tratando, en su omnipotencia, de conocer los límites del mundo externo, conocer el entorno con el que se relaciona, sus instintos y saber si este ambiente es capaz de darle las frustraciones, el cobijo y los límites necesarios para que sea Uno.

¿Puede este entorno satisfacer sus necesidades o el bebé se está adaptando a las necesidades del entorno?


Si hay frustraciones positivas, se da el proceso de desintegración, soltando chispas de este núcleo, de esta semilla que es el Yo, formando así otras partes de tu estructura psíquica, pero siempre conectadas al núcleo y de esta forma, la frustración es bienvenida y necesario para el entrenamiento.

Se desintegra, se reintegra, en un movimiento de ida y vuelta al centro, de estar solo y de existir unificado con la Gran Madre, que puede dar abundancia o miseria.


Con sus reacciones, su llanto, su risa, su sueño, el bebé expresa en su omnipotencia lo que necesita. Cumplir o no con su llamado, habla de la disponibilidad y capacidad de la madre para entregarse y frustrarla positivamente o no poder satisfacer sus necesidades, en cuyo caso puede haber un proceso de desintegración. Allí se manifiesta la omnipotencia de la Gran Madre.

Es a través de esta experiencia con lo femenino que hay una relación con el mundo externo.

Las chispas de esa explosión universal aún giran alrededor de la semilla organizadora, la fuente primera.


A través de la relación con la fuerza masculina se experimenta el movimiento de separación, de diferenciación. El masculino que habita el arquetipo de la Gran Madre, su ánimus y/o el masculino de la figura paterna.

Es necesario tener la seguridad de poder volver, para poder separarse. Una paradoja esencial en el desarrollo de cada microuniverso.

Y en ese movimiento de separarse,

¡Entonces surje!

¡Existe!

En el cuerpo, en la materia, en la forma.

Hay un Ego.


En este ir y venir, en este tránsito, aparece la sombra.

La sombra primaria, la contrapartida de la separación.

La sombra secundaria, que surge inicialmente de la constelación psíquica de los padres. Lo que no se puede expresar, lo que se desconoce, lo que muchas veces no se puede revelar al mundo, pero que tampoco se puede deshacer y sigue coexistiendo con los contenidos que residen en esa fuerza...

Tan propia y poderosa en el movimiento del universo, como un eclipse!





El soporte para que exista la sombra es donde se puede permitir que surja algo similar al verdadero comportamiento ético del Ser, que también se conecta con el sentido de humanidad, que es una necesidad humana innata.

Y en este continuo movimiento del universo interno, de las relaciones entre estos planetas que se mueven en el gran vacío en el que todo cabe, la semilla inicial sigue su naturaleza de realizarse.



“FINIS AB ORIGINE PEDET — EL FIN DEPENDE DEL PRINCIPIO"

 
 
 

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Monica Branco

Psicoterapia

Integral

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