La salud mental es un área esencial del bienestar humano, que implica un equilibrio complejo entre las emociones, los pensamientos y los comportamientos. Con el aumento significativo de diagnósticos como la ansiedad, la depresión, el estrés postraumático (TEPT) y otras afecciones psicológicas, se están explorando nuevos enfoques terapéuticos. Entre ellos, el uso de psicodélicos ha ido ganando atención, con un aumento significativo de las investigaciones en países como EE. UU., Brasil, Canadá, Australia, el Reino Unido, Israel, España, Alemania y otros, lo que sugiere su potencial para transformar positivamente la experiencia emocional y psicológica de las personas.
Se están estudiando sustancias como la psilocibina, la MDMA, el LSD y la ayahuasca por su capacidad para inducir estados expandidos de conciencia. Estos estados permiten a las personas acceder a emociones profundas y obtener nuevos conocimientos sobre sus propios patrones de pensamiento y comportamiento. Bajo la orientación de profesionales capacitados para trabajar con la PAP (psicoterapia asistida con psicodelia), estas experiencias pueden actuar como valiosas herramientas terapéuticas, especialmente en casos de depresión resistente, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y adicciones.
El resurgimiento de la investigación psicodélica representa un avance prometedor en el enfoque de la salud mental, pero también refuerza la importancia de una visión holística y humanizada. El equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu es esencial para el bienestar, y los psicodélicos, cuando se incluyen en un plan terapéutico integrado, pueden ser herramientas poderosas para promover esa armonía.
A través de estudios personales durante más de 20 años de forma autodidacta, así como en institutos de renombre como ICEERS y Phaneros, combinados con la práctica clínica en Barcelona, me especializo cada vez más en este poderoso universo de profundización de la salud mental.
Dentro de un contexto terapéutico, es posible integrar la microdosificación de psicodélicos como una herramienta complementaria, siempre en un contexto seguro, ético y cuidadosamente supervisado. La microdosificación, que implica el uso de dosis subperceptibles de sustancias como la psilocibina, se aplica para mejorar el autoconocimiento, aliviar los síntomas de ansiedad y depresión y mejorar la creatividad y la concentración. Cada proceso se lleva a cabo con un seguimiento y un apoyo protocolarios, respetando las necesidades y los límites individuales de cada persona.
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