Ese seminario tenía como objetivo abordar un misterio, el misterio de esa semilla potencial que reside dentro de cada ser humano, el Ser.
Todo lo que contiene, que ya nació cargado del poder de todo un universo a la espera de que las tensiones y las frustraciones lo permitan explotar, un Big Bang.
De esa primera gran explosión, surge la experiencia de la relación. La relación entre el gran planeta Tierra, la Gran Madre, que contiene en sí misma la capacidad de proporcionar, pero que también contiene la capacidad de devorar, tragar y no sostener, en esta relación arcaica, deseosa, unificadora, devoradora, frustrante y nutritiva, amable, instintiva y aterradora. La serpiente que se traga a sí misma, el uroboros.
A través de la relación, la semilla del Ser del bebé coexiste con esta estructura gigante del Ser y el ego femenino, intentando, en su omnipotencia, conocer los límites del mundo exterior, conocer el entorno con el que se relaciona, sus instintos y saber si ese entorno es capaz de brindarle las frustraciones, el refugio y los límites necesarios para que sea Uno.
¿Este entorno es capaz de satisfacer sus necesidades o es el bebé el que se adapta a las necesidades del entorno?
Si hay frustraciones positivas, se produce el proceso de desintegración, liberando chispas de ese núcleo, esa semilla que es el Ser, formando así otras partes de tu estructura psíquica, pero siempre conectadas con el núcleo y de esta manera, la frustración es bienvenida y necesaria para la formación.
Se desintegra, se reintegra, en un movimiento de ir y venir hacia el núcleo, de estar solo y de existir unificado con la Gran Madre, que puede proporcionar abundancia o miseria.
Con sus reacciones, su llanto, su risa, su sueño, el bebé expresa en su omnipotencia lo que necesita. Satisfacer o no su llamada habla de la voluntad y la capacidad de la madre de rendirse y frustrarla positivamente o de no poder satisfacer sus necesidades y, en este caso, puede producirse un proceso de desintegración. Allí se manifiesta la omnipotencia de la Gran Madre.
Es a través de esta experiencia con lo femenino que hay una relación con el mundo exterior.
Las chispas de esta explosión universal aún orbitan alrededor de la semilla organizadora, la primera fuente.
Es necesario tener la seguridad de poder regresar y luego poder separarse. Una paradoja esencial en el desarrollo de cada microuniverso.
¡Y en este movimiento de separación, emerja entonces! ¡Existe! En el cuerpo, en la materia, en la forma. Hay un ego.
La sombra primaria, la contrapartida de la separación.
La sombra secundaria, que inicialmente emerge de la constelación psíquica de los padres. Lo que no se puede expresar, lo que se desconoce, lo que a menudo no se puede revelar al mundo, pero que tampoco se puede deshacer y sigue coexistiendo con el contenido que reside en esa fuerza... ¡Tan único y poderoso en el movimiento del universo, como un eclipse!
El apoyo a la existencia de la sombra es cuando se puede permitir que algo similar a un verdadero comportamiento ético emerja del Ser, que también está conectado con el sentido de humanidad, que es una necesidad innata del ser humano.
Y en este movimiento continuo del universo interior, de las relaciones entre esos planetas que se mueven en el gran vacío en el que todo cabe, la semilla inicial sigue su naturaleza autocumplida.